miércoles, 3 de diciembre de 2014

MICRORRELATO - TELMA Y NOA


Telma y Noa descansan sobre el césped en el parque de  los Jesuitas. Acaban de preparar con Juan y Pedro el circuito de la San Silvestre Salmantina que se celebrará en pocos días y están exhaustas. Los hombres charlan en un banco a poca distancia de ellas.

—Juan está muy bien preparado. Será el ganador —comenta Telma.
—De eso nada, se lo merece Pedro por su constancia. Después del accidente de coche ha tenido que esforzarse más que nadie —contesta Noa.
—Pues no, va a ganar Juan.
—¡Cállate! La culpa del accidente la tuviste tú. Cruzaste la carretera y se chocó contra otro coche por no atropellarte.

La conversación entre ambas va subiendo de tono. Los hombres, dándose cuenta, se levantan del banco y llegan justo a tiempo de separarlas.

—Lo siento, Juan, esta cocker está muy rara últimamente. Me voy para casa con ella. Venga Noa, vamos a casita.

domingo, 16 de noviembre de 2014

"VEINTE RELATOS PARA TRAYECTOS CORTOS"



VEINTE AUTORES,

VEINTE ILUSIONES,


VEINTE FANTASÍAS




La quietud inundaba el campo que a esas horas recorría Cecilia Álvarez. Como en cada paseo de su niñez, el silencio y las nubes mecidas por el viento la conducían hacia su lugar favorito. Se sentó bajo un castaño centenario, que ahora mostraba cicatrices en el tronco y las hojas ligeramente marchitas. Los nubarrones que oscurecían su mente hicieron que las lágrimas rodaran lentamente por sus mejillas. 
Desde allí, la vista de la laguna, enmarcada entre juntos y espadañas, era espectacular...
Así comienza CARISSIA. Os pido disculpas por todos los fallos que encontraréis en mi primer proyecto.





viernes, 3 de octubre de 2014

MICRORRELATO - EL BOLETO DE ANA


Ana sostiene su boleto del Euromillón. Fidel le pregunta si ha marcado los números de siempre y ella asiente. El 3, el 24…,   uno tras otro cantan sus números. Tendrán todo lo que siempre han soñado. Ana llora de alegría, pero un infarto acaba con Fidel.

—¡Despierta! —apremia Fidel—. Empieza el sorteo. ¿Has puesto los números de siempre?
—No —contesta inquieta. 

El 3, el 24…, Ana mira el billete.

—¡Vaya por Dios! —exclama su marido.
—Otra vez será —contesta ella escondiendo el boleto en un cajón.

miércoles, 30 de julio de 2014

RELATO BREVE - EL CURA DE SANTA MARINA



Netwriters Tintero - Tema: Olores - 23/07/2014

Luisa sonríe complacida al ver la expresión de orgullo en el rostro de su novio mientras este le va desgranando anécdotas de su niñez: los juegos en los prados con sus amigos cuando llevaban a pastar a las vacas, las misas dominicales en las que a veces actuaba como monaguillo, los entierros a los que asistía el pueblo al completo, las fiestas con orquesta en la plaza, los carnavales …

Hace un año la pareja ni siquiera se conocía, pero el destino hizo que Gerardo fuera a cenar al restaurante donde ella trabajaba como sumiller y la química entre ambos se ocupó del resto.

Han llegado el día anterior a Lago, en el Bierzo natal de Gerardo, para recoger su partida de bautismo porque están preparando su boda. Tenían que verse con el Padre Fermín a las once en Santa Marina, la única iglesia del pueblo, pero ya son las once y media y el cura no ha aparecido. Optan por esperar diez minutos más y mientras tanto contemplan la espléndida vista de la laguna desde el enclave privilegiado de esta iglesia medieval. Pasado ese tiempo y preocupados por haber hecho el viaje en vano, se acercan a casa de Carmen, la sacristana. 

Gerardo llama a la puerta y aparece una mujer de mediana edad con la cara curtida por el trabajo en el campo. 

—Habíamos quedado con el párroco a las once y aún no ha llegado. Le hemos llamado pero no coge el teléfono, ¿sabes algo de él? —pregunta Gerardo después de hacer las presentaciones.

—Hace un buen rato que ha pasado por aquí el Pascual y me ha dicho que le ha visto. ¿Os habéis llegado hasta la sacristía? 

—No, las puertas de la iglesia están cerradas.

—Esperad, cojo las llaves y os acompaño —propone Carmen.

A grandes zancadas bajan por la calle que conduce a la iglesia.

—Tiene que estar dentro, ese es su coche —dice la mujer señalando un utilitario aparcado en el camino.

Carmen gira la llave de la entrada principal y pasan al recinto sagrado. Luisa, por deformación profesional, cierra los ojos y aspira los aromas que rezuma el lugar. Reconoce el olor a humedad de las piedras, la cera de las velas y el incienso mezclado con un perfume idéntico al que notó cuando saludó a la sacristana. 

Se dirigen a la sacristía por el pasillo lateral. Carmen abre la puerta y enciende la luz de la estancia. En el suelo, en medio de un charco de sangre, se encuentra el cuerpo del Padre Fermín. Gerardo, impresionado, llama a emergencias, a la vez que Luisa, más tranquila, se acerca al cura para tomarle el pulso y observa que este sujeta una medalla en su mano derecha. Mientras lo hace, no deja de percibir el mismo perfume, pero ahora más intenso.

—¡Este hombre está muerto! —exclama la joven mirando a sus acompañantes.

—Vamos afuera, aquí podríamos contaminar las pruebas de lo que parece ser un asesinato —indica Gerardo.

Cuando salen, Luisa sujeta a Carmen por los hombros intentando consolarla ya que la mujer no para de llorar. 

Pasado un rato Carmen está más tranquila y Gerardo le pregunta por la hora en la que Pascual ha visto al cura. Aunque sabe que no le corresponderá a él realizar la investigación, no puede dejar de ejercer su oficio de inspector de policía.

—No sé, estaba cortando unas flores en el jardín de la entrada para colocar en el altar cuando pasó el Pascual. Serían sobre las diez, es la hora a la que Don Fermín llega habitualmente.

—¿Sabes si se llevaba mal con alguien? —continúa Gerardo.

—¡No, por Dios! —antes de continuar hablando Carmen parece dudar, pero después de unos segundos prosigue—. Bueno, robaron el dinero de la colecta hace un mes. Tuvo que ser alguien del pueblo. Yo que tú interrogaría al Pascual. Se junta con malas compañías y se está convirtiendo en un canalla. Mira por ahí, seguro que intentó robar y el padre le sorprendió.

Luisa, por su parte, asiste al interrogatorio callada, no deja de observar a la mujer y de analizar sus gestos. Algo está rondando en su cabeza.

—Gerardo, ¿te importa si entro un momento? No tocaré nada —promete Luisa.

Pasados un par de minutos la joven sale de la iglesia.

—Carmen, cuando venga la policía debería decir la verdad. Con las pruebas de ADN será muy fácil demostrar que fue usted la que asesinó al Padre Fermín.

—¿Yo? ¿Por qué querría yo matarle? — pregunta mirando a Gerardo en busca de su ayuda. 

—Usted y el cura tenían una relación ¿verdad? —continúa Luisa.

Los nervios hacen mella en Carmen que no sabe qué hacer, se frota las manos con impaciencia, mira a Gerardo, luego a Luisa, de sus ojos empiezan a brotar las lágrimas, no puede más y por fin se desmorona.

—El domingo pasado me pareció verle con otra mujer. ¡Él, que nunca consintió que nos vieran juntos! Esta mañana yo estaba en el altar arreglando las flores cuando Don Fermín ha llegado y le he seguido hasta la sacristía para exigirle una explicación. Una vez allí me ha besado, me ha abrazado diciendo que me quería y yo, como una tonta, le he creído, pero cuando le he pedido que colgara los hábitos por mí, me ha dicho que estaba loca. Me he enfadado, me he enfadado mucho y le he gritado que no podíamos seguir así y entonces él me ha confirmado que iba a dejarme para marcharse con la otra. Yo no quería matarle, lo juro, pero llevaba las tijeras en el bolsillo y…

—¿Cómo lo ha averiguado? —pregunta Carmen mientras esperan la llegada de la policía. 

—Por un lado la puerta estaba cerrada y había unas llaves encima del aparador de la sacristía, me imagino que las del sacerdote.  Un simple ladrón no se habría tomado la molestia de echar la llave al salir. Probablemente usted, en un acto reflejo, realizó lo que hace siempre, apagar las luces y cerrar la puerta de la iglesia. Por otro lado el Padre Fermín tenía en su mano una medalla de la Virgen del Carmen, me he fijado que usted tiene una rozadura roja en el cuello. Creo que el cura agarró su medalla cuando usted le clavó las tijeras. Con los nervios, no se ha dado cuenta de que se la había arrancado. Y por último por el olor. Usted tuvo contacto físico con él antes de matarle porque el aroma del perfume del sacerdote está impregnado en toda su piel, lo noté cuando la saludé y luego cuando se apoyó en mí al salir de la iglesia.

lunes, 28 de julio de 2014

MICRORRELATO - LOS PROYECTOS DE LA ALCALDESA

Netwriters Gigantes Tema: Reciclaje - 23/07/2014

—Finalizaré mi exposición resumiendo que el reciclaje es importante porque ahorra energía,  reduce la contaminación y protege el medio ambiente. Muchas gracias.

Las palabras de la alcaldesa de Mesana son acogidas entre los aplausos de los cuarenta asistentes al pleno, en definitiva, la mayoría de los habitantes de este pequeño ayuntamiento.

Cuando llega a casa su marido le dice:
Enhorabuena, cariño. Has convencido a los vecinos sobre las ventajas del reciclaje y has justificado la compra de los contenedores que hay distribuidos por todo el pueblo. Con el dinero de la comisión arreglaremos la planta baja, pero el primer piso también necesita obras. ¿Tienes ya algo más en mente?

sábado, 19 de julio de 2014

CUENTO BREVE - IVANBALÓN


Iván camina agarrado a la falda de su madre mientras que la familia al completo se dirige hacia la playa. Es el mediano de tres hermanos. El mayor, que tiene cuatro años, es aficionado a todos los deportes, sobre todo a la natación. El pequeño aún no anda y a él lo que le gusta es jugar al fútbol. A su mirada traviesa no se le escapa el mínimo detalle de lo que pasa a su alrededor: las ardillas subiendo por los árboles, un coche azul que viene por la carretera, un vecino que les saluda desde una ventana. En la guardería le llaman Iván el terrible y él no sabe el porqué, no conoce el significado de la palabra “terrible”.

Cuando está haciendo un castillo con su padre, nota que su pala choca con algo rojo y brillante. Es un balón que está muy sucio, como si llevara mucho, pero que mucho tiempo en su escondite, esperándole para ser su amigo. Lo acerca a la orilla y lo lava con cuidado, pasando sus pequeñas manos por la superficie, como si lo acariciara. Nadie se da cuenta de que unos rayos salen de la pelota y traspasan la piel del pequeño.

—¡Mira, mamá, mira! —grita Iván.

—¿Otra pelota más? —dice su madre cuando el niño le enseña su nuevo tesoro.

Desde que lo encuentra, lo añade a la colección de sus juguetes preferidos para dormir: el peluche tigre, el dinosaurio de goma y la pelota azul. Si el niño lo toca, del balón salen luces azules porque está contento.

Llega el día del cumpleaños de Iván y su madre le ha preparado una fiesta en casa. Los niños llegan y todo discurre como es de esperar: gritos, carreras, canciones y el soplado de velas. La pelota se queda en un rincón del dormitorio del niño, junto con los peluches y los coches.

Roberta, la canguro de Pedro, un amiguito de la guardería, entra en la habitación de Iván, coge unos cuantos dinosaurios de la estantería y se los guarda en el bolso. Cuando va a salir del cuarto, la puerta se cierra de golpe. La joven intenta abrirla pero no puede, está atascada.

A la vez que del balón salen luces coloradas porque está enfadado, Iván coge la mano de su madre y la lleva hasta su habitación. Cuando Elisa mueve el picaporte, la puerta se abre con facilidad.

—¿Qué haces aquí? —pregunta a Roberta.

—Esta..., estaba buscando a Pedro y me he quedado encerrada —responde tartamudeando.

—¡Ella tiene mis dinos! —grita el niño señalándola.

—No digas tonterías —le regaña su madre.

—¡Dinos míos, míos! —el niño se lanza sobre el bolso que cae al suelo dejando al descubierto los juguetes.

La cara de Roberta se vuelve colorada como un tomate por la vergüenza y la de Elisa blanca como la leche por el enfado.

—Pedro y yo nos tenemos que ir —dice la muchacha.

—Será lo mejor —contesta Elisa.

Por la noche, cuando la madre acuesta a Iván le pregunta cómo sabía que Roberta había cogido los dinosaurios.

—Mi balón me habla. Y dice que somos un equipo, ¿qué es un equipo, mamá? Y me llama Ivanbalón y dice que voy a ser un héroe, como Abelatún.

Elisa sonríe. Primero Abelatún, ahora Ivanbalón, y ¿qué héroe será Ander?

viernes, 11 de julio de 2014

RELATO BREVE - VACACIONES EN EL CONVENTO


Medalla de Oro en Netwriters Tintero - Tema: Vacaciones - 10/07/2014

Hasta los cuarenta años, la afamada escritora de novela histórica Elena de Castro atesoró el título de soltera de oro de las letras españolas, pero lo perdió cuando se enamoró de un sinvergüenza. A los dos años de casada le sorprendió con una mujer más joven que ella y en su propia cama. El profundo dolor que le causó tal deslealtad hizo que cayera en una depresión y aunque intentó volver a la cotidianidad, no encontró a sus musas por ningún rincón.
Su psiquiatra le aconsejó que se tomara unas vacaciones lejos de todo lo que le recordara la humillación sufrida y la escritora optó por el convento de Livieca para encontrarse consigo misma y replantearse su futuro.
En cuanto llegó, sintió la paz que destilaban aquellas paredes. Tras deshacer su equipaje se dirigió a la biblioteca y buceó entre sus estanterías. Como cabía esperar no encontró incunables, pero sí volúmenes cuya antigüedad era evidente. Eligió uno que había leído siendo adolescente: “El Señor de Bembibre”  y al hojearlo le llamó la atención un papel que sobresalía del resto de las páginas. Tiró de él y encontró una carta escrita el doce de mayo de 1937.
Se sentó al lado de un ventanal con vistas al atrio y comenzó a leer:

“No tengo con quien desahogarme y a sabiendas de que nadie leerá estas líneas, quiero contar aquí mis anhelos y así aliviar el dolor que siento. La protagonista de esta novela será mi confidente y me entenderá porque ella pasó por una situación similar.
Cuando cumplí dieciocho años mis padres concertaron mi matrimonio con un viudo beato y muy rico, sin importarles los veintidós años que me llevaba. Aunque  mi esposo, se mostró muy complaciente conmigo, no llegué a sentir por él más que un profundo respeto y no encontré entre sus brazos la pasión que describían las historias románticas que había leído durante la adolescencia. Así pues me refugié en la religión. Asistí a misa diaria y me involucré en todos los actos piadosos, pero no era eso lo que mi marido buscaba en mí. Él pretendía que yo actuase como su difunta y sobre todo, que le diese un heredero. Intenté complacerlo y probé muchos remedios para quedarme en cinta, sin conseguirlo.
Conocí a una monja en el convento de Livieca que me habló de su experiencia como esposa de Dios. Yo estaba convencida que sería más feliz llevando una vida humilde de recogimiento y oración, que con mi marido rodeada de lujo y comodidades.
Debido a unas fiebres enviudé a los cuatro años. Después de un tiempo prudencial y tras consultarlo con mi confesor, tomé los hábitos en la congregación donde en la actualidad me encuentro, cambiando mi nombre real por el de Hermana Tomasa.
Durante el primer año todo fue bien, pero la llegada de un nuevo confesor provocó que sensaciones desconocidas anidaran en mi cuerpo. Al principio procuré evitarle y él hizo lo propio, sin embargo un día nos tropezamos en el huerto y presos de la tentación, pecamos. Aunque supimos desde el principio que era un amor prohibido, durante meses buscamos lugares aislados donde satisfacer nuestras ansias.
Hoy me ha dicho que nunca dejará de ser sacerdote, pues es su vocación. Cuando le he contado que estoy embarazada, no ha parecido importarle y me ha indicado que conoce a una señora del pueblo que podría arreglar mi situación.
Dos preguntas me acucian desde que hablé con él. ¿Debo deshacerme del bebé y continuar como si nada hubiese pasado? Si no lo hago, ni mi familia me apoyará, ni podré seguir en el convento, y entonces, ¿a dónde iré? Espero que el Señor me ilumine.
Firmado: Leonor de Torres (Hermana Tomasa)”

Elena dejó la carta dentro del libro y salió a pasear por los jardines. Durante todo el día no dejó de pensar en la infortunada monja y en su mente una idea comenzó a tomar forma. Por la mañana ya había decidido que dedicaría el resto de sus vacaciones a indagar sobre la vida de Leonor de Torres. Al acabar la investigación, el estrés había desaparecido y  en su mente había madurado un proyecto.
De vuelta a casa, lo primero que escribió fueron los agradecimientos de su nueva novela:
"Gracias a Leonor de Torres por guiar mi mano para encontrarla, por regalarme sosiego y facilitarme el argumento de esta historia".
                      

sábado, 5 de julio de 2014

MICRORRELATO - OLVIDAR LO QUE FUI

Medalla de Bronce en Netwriters Gigantes Tema: Olvido - 02/07/2014

Ofelia Sanromán sufría olvidos constantes y acudió a la consulta del Doctor Ávila para descartar un principio de Alzehimer. Las pruebas llevarían su tiempo y mientras esperaba el resultado, quería seguir dedicándose a su gran pasión: escribir.
                         
Cuando llegó a casa se sentó ante el ordenador, pero las palabras que su mente iba acumulando no se veían reflejadas en la pantalla. Sus dedos la obedecieron, por fin, cuando la valoración médica llegó a sus manos.

Escribo sobre mi vida por si un día olvido lo que fui.
Escribo sobre nuestro amor para que nunca olvides lo que sentí.
Escribo para ti y para mí…

No pudo seguir porque lágrimas de alivio mojaron el teclado.

viernes, 27 de junio de 2014

RELATO BREVE - SIN VEREDICTO

Medalla de Oro en Netwriters Tintero - Tema: Piratas - 25/06/2014
El jurado espera el comienzo del juicio más mediático de los últimos años. Todos se ponen en pie cuando el juez entra en la sala.
Después de que el Secretario Judicial lee: —El Estado de Maine contra Peter Sessions—, el fiscal toma la palabra.
—Hoy vamos a demostrar que Peter Sessions ha perpetrado homicidio en la persona de Charles Hillman empujándole por un acantilado. Y también acreditaremos que ha cometido los delitos de fraude, malversación de fondos y chantaje contra la empresa Holter & Wolder. Les presentaremos las pruebas del asesinato y de cómo el acusado, valiéndose de la piratería informática, entró en los ordenadores de la compañía de manera ilícita para obtener información confidencial que utilizó en su propio beneficio.
El fiscal toma asiento y el defensor ocupa su lugar.
—Señores del jurado, mi defendido es inocente de todos los cargos que mi colega les ha expuesto de una forma tan vehemente.  Ustedes tendrán que decidir sobre si hay homicidio sin un cadáver. Y también sobre el resto de los delitos, teniendo en cuenta que al señor Sessions no se le han encontrado importes significativos en sus cuentas bancarias, ni bienes que no tuviera antes de que se cometieran los abusos de los que se le acusa.
Mientras el defensor se sienta, un hombre entra en la sala, se acerca al banquillo de la acusación y comenta algo al oído de uno de los letrados.
Tras recibir la información que le acaba de llegar, el fiscal toma la palabra y dirigiéndose al juez le dice:
—Su Señoría, quiero pedir disculpas. La acusación retira los cargos contra  Peter Sessions.
La prensa es un hervidero de comentarios. Flashes y empujones son el preámbulo a la salida del acusado por las escaleras del juzgado.
—¿Qué tiene que decir? —preguntan.
—Dentro de una hora daré una declaración en la CBS —no responde a nada más y se marcha en el coche que le espera.
En el plató de televisión, la presentadora entrevista al joven que supuestamente ha arruinado a la empresa de ingeniería más importante del estado.
—Nací en Portland donde mi padre poseía una empresa de construcción. Estudié informática, pero el sitio donde en realidad me formé fue en un pequeño garaje donde nos juntábamos cinco amigos para mejorar nuestros conocimientos. Entre ellos se encontraba El Fresita, quiero decir Charles Hillman. Le llamábamos así por su marca de nacimiento en el brazo. Con una nueva aplicación, descubrimos un sistema para la fabricación de materiales más flexibles que fortalecerían las construcciones en los lugares donde la actividad sísmica fuese más frecuente.
Al poco tiempo H&W, la misma compañía que años atrás estafó a mi padre haciéndole perder su negocio, lo patentó. No conocimos quién nos había robado la idea hasta que hace un año supimos que Charles había empezado a trabajar como asesor en esa entidad.
Ideamos un plan para piratear la empresa saltándonos todos los cortafuegos. Alguien de H&W debió descubrir lo que estaba pasando porque el mes pasado mis tres colegas murieron, en extrañas circunstancias, en un accidente de avioneta. Yo debía acompañarles, pero en el último momento me surgió un imprevisto y no pude ir. Desde ese día he estado escondido.
Sobre Charles, lo único que sé, es que su coche apareció despeñado por un acantilado, pero que el cuerpo aún no se ha encontrado.
Al terminar la entrevista, Peter Sessions se dirige a su coche. Cuando lo arranca, éste salta en mil pedazos ante las cámaras de seguridad instaladas en el exterior de los estudios.
Tres meses después, en las Islas Caimán cinco amigos charlan animadamente.
—El montaje del accidente de avioneta fue una idea genial —dice Peter Sessions—. Y el de las cámaras de los estudios de televisión nos salió redondo. Por fin nos hemos vengado y mi padre dejará de removerse en su tumba.

—Ahora tenemos dinero para montar un garaje mejor que el de Portland. Y no tenemos nada que temer porque el presidente de H&W está demasiado asustado para molestarnos. Las pruebas incriminatorias contra él, que le hice llegar para que quitase la denuncia, le llevarían directamente a la cárcel —contesta uno de ellos que lleva un antojo en forma de fresa en el brazo.

MICRORRELATO - LA AYUDA DEL CHAMÁN

Netwriters Gigantes Tema: Cuestión de Fe - 25/06/2014

Anuba mecía a la pequeña. Un sarpullido rosáceo cubría todo su cuerpo. Al amanecer la dejó en la choza del chamán convencida de que él sabría cómo ayudarla. Berisqué no la defraudaría.

La fe de su pueblo en él era primordial para el funcionamiento del orden preestablecido. Si no conseguía sanarla, diría que los dioses les habían enviado un castigo.

Como Elinéa no paraba de berrear, la bruja de la aldea pidió permiso al hechicero para examinarla. Sacó de su bolsa unas hierbas, y con un emplaste le frotó el cuerpecito. Él, mientras tanto, continuaba con sus cánticos.

—Berisqué, esta niñita se estaba muriendo y la has salvado. ¿Ves como no llora? Eres el perfecto chamán.

—Sí bruja, lo sé.





domingo, 22 de junio de 2014

RELATO BREVE - EL DISCURSO

Medalla de bronce en Netwriters Tintero - Tema: Banquetes - 18/06/2014
                                                  
Ana tuvo tres hijos con Felipe Santos, dueño de una envasadora de aceite de un pueblo situado en La Campiña de Jaén, en la que ella había entrado a trabajar como secretaria. Al poco tiempo acabaron revolcándose en el despacho, concibieron a Enrique y organizaron una boda urgente antes de que se le empezara a notar la barriga. La fatalidad hizo que se quedara viuda muy joven ya que el día que parió a su hija pequeña, Felipe lo celebró en un burdel del que era cliente habitual y de vuelta a casa, con varias copas de más, chocó de frente contra un camión.
Con la ayuda de Benito, mano derecha de su difunto esposo y amigo personal de la pareja, Ana, tardó poco en hacerse con las riendas del negocio. Ahora Enrique lleva la comercialización del aceite, Ignacio ayuda a su madre a dirigir la empresa y Victoria, que no ha querido saber nada del negocio, pasa el tiempo intentando vender, con poco éxito, los cuadros que pinta.
Ana ha sufrido una operación para quitarse un tumor y su estado de salud ha quedado tan resentido que utiliza una silla de ruedas para desplazarse.
—Con lo que era la señora… —comenta el servicio—. Trabajando toda la vida para sacar a sus hijos adelante y ahora mírala.
La cena de Nochevieja es la celebración en la que la familia al completo se reúne. Han invitado a Benito que, al ser un soltero vocacional, se ha sentido muy unido a ellos. Entran todos en el comedor y Ana se sitúa a la cabecera de la mesa. La velada transcurre de una manera alegre, como siempre que están juntos.
Después de las uvas, y con los niños acostados, se disponen a escuchar el discurso tradicional de Ana. Esa noche es la primera vez que no se levanta de la silla para hablar y también la primera que no tiene un guión escrito de antemano.
—Hoy hemos sido once los sentados a esta mesa. La próxima Nochevieja no sé cuántos seréis, ni siquiera sé si cenaréis juntos, pero puedo aseguraros que yo no lo veré.
—¡Venga mamá, no digas tonterías! —exclama su hijo Ignacio—. Lo que debes hacer es cuidarte más.
—Por favor, lo que tengo que decir es importante y no quiero interrupciones.
Una vez que todos asienten, como hacen siempre que mamá les ordena algo, continúa.
—Empezaré por ti, Enrique. Sé que desde hace años tienes una amante en Barcelona, e incluso tienes un hijo con ella. Tu mujer lo sabe, sin embargo no le importa porque ella está liada con Pascual, el hijo del alcalde. Pero eso no me incumbe, me afecta más el dinero que sacas de la empresa para mantenerles.
Mientras habla les mira sonriendo al tiempo que ellos, rojos como tomates, no saben qué decir. Benito se levanta de su silla y se excusa.
—Creo que yo no debería asistir a esta conversación. No soy de la familia. Si me disculpáis, me marcho.                                   
—De eso nada —contesta Ana alzando la voz—. Tú te quedas. No eres de la familia, es cierto, pero dos de mis hijos son también tuyos: el mediano y la pequeña. Y aunque nunca te lo dije, tú lo suponías.
Benito, resignado, se deja caer en su asiento.                            
—Ignacio, es tu turno. ¿Crees que soy tan tonta como para no darme cuenta de que nos estás estafando? El juego y la coca acabarán destruyendo tu vida. Espero que tu mujer pueda ayudarte, si la relación que mantiene con el señor párroco le deja tiempo.
—Y ahora tú, Victoria, tienes 48 años y nunca has sido sincera conmigo. Has salido a tu padre, te gustan las mujeres. Si me lo hubieras dicho me hubiera importado, claro está, pero lo habría admitido. Tus miedos no te habrían obligado a consultar con los abogados la mejor forma de incapacitarme.
Ana da media vuelta en su silla de ruedas y cuando llega a la puerta del comedor se vuelve para decir unas últimas palabras.
—No creo que os vuelva a ver. ¡Que os vaya bien!
Por la mañana, cuando la enfermera llega para darle su medicación, se la encuentra muerta en la cama, todo está como siempre, pero hay algo  que le llama la atención, la sonrisa enigmática que muestran sus labios. Avisa al médico de inmediato y este, después de examinar el cuerpo, confirma que la causa de la muerte ha sido por envenenamiento.

MICRORRELATO - EL GOL DE SU VIDA

Medalla de bronce en Netwriters Gigantes - Tema: Fútbol - 18/06/2014

Muchos de los compañeros habituales en los entrenamientos no figuran en la selección porque han sido traspasados. Por desgracia, los técnicos han desaparecido en una riada hace pocas horas y no se sabe nada de ellos. Ahora tienen que organizarse sin un entrenador que los dirija para marcar el gol que les dará la victoria.

El más veterano arenga al grupo:


—Venga muchachos, aún tenemos posibilidades. Hay que estar preparados para atacar en el momento oportuno. ¿Notáis como suenan los gritos? ¿Cómo tiembla el campo? ¡Adelante! ¡Unos por el centro! ¡Otros por los laterales! ¡No os quedéis rezagados! Tenemos que ir todos juntos si queremos que uno de nosotros sea campeón y fecunde el óvulo del equipo contrario.

MICRORRELATO - ABELATÚN

Microrelato seleccionado para aparecer en el libro del II Concurso de Microcuentos “Érase una vez un microcuento” de Diversidad Literaria

Mientras se preparaba para empezar la prueba de natación, Abel recordaba que la noche anterior soñó con un pez que le indicaba: “Para ganar debes recitar soy un pez, soy un pez, soy un pez”. Se puso muy contento al ver que había nadado mucho más deprisa que cualquiera de sus amigos de cinco años. Al irse a dormir dijo a sus papás: —en la piscina me he convertido en un pez. A la mañana siguiente la madre contuvo un grito cuando al hacer la cama de su hijo, encontró un puñado de escamas.

sábado, 14 de junio de 2014

MICRORRELATO - ROSAS AMARILLAS


Maldigo el día en que te conocí. Subiste al autobús y tu mirada se posó en mis ojos. A partir de entonces mis pensamientos no pudieron separarse de tus abrazos y dentro de ellos estaré encerrado el resto de mi vida.  Ahora que no estás te odio por haberte ido y quiero hallar el camino para encontrarte, aunque mis pies descalzos sufran entre las espinas de tus flores favoritas, las rosas amarillas que adornarán por siempre tu tumba fría.

MICRORRELATO - LA AÑORANZA DEL REY

Medalla de bronce en Netwriters Gigantes - Tema: Monarquía - 11/06/2014

Camina lento y majestuoso por un barrio marginal. La soledad y el olor a mojado se cuelan por todos sus poros y le transportan a un pasado sin ataduras. Hace tiempo que no pisa las calles de noche con la única compañía de un par de amigos y su perpetua melancolía. Por ser rey tiene prohibido realizar actividades habituales para el pueblo. Lo asume y se conforma con su suerte, pero no por eso lo añora menos.
—¿Qué crees que pasaría si te vieran? —le han dicho más de una vez.

La advertencia de uno de sus compañeros le saca de sus pensamientos.

—¡Venga, Melchor, acelera! Aún nos quedan muchos regalos por repartir.

sábado, 7 de junio de 2014

MICRORRELATO - EL DESPISTE DE BERNABÉ

Medalla de plata en Netwriters Gigantes - Tema: El Destino – 04/06/2014


El trabajo era extenuante y aumentaba cada día más y más mientras el personal escaseaba. Juan no dejaba de quejarse entretanto miraba a su amigo Bernabé que no le prestaba demasiada atención.
—Juan, ¿a mí que me cuentas? díselo al jefe, pero piensa que entre los de abajo no habrá voluntarios para subir —le soltó, dejando por un momento lo que estaba haciendo.

—¡Cuidado! —gritó Juan. —Se te acaba de escapar el coche azul que debía chocar contra el camión del gas. Ya no puedes hacer nada —añadió palmeándole la espalda—. O bien nos ponen  ayuda o los hilos del destino se nos escaparán muy a menudo.

RELATO BREVE - UN DÍA EMOTIVO

Netwriters Tintero - Tema: Cárceles - 04/06/2014
Puede parecer que la rutina detrás de unas rejas convierte el día a día en una sucesión de acontecimientos similares, pero la realidad es otra bien distinta, lo he comprobado durante los tres años que llevo en el Centro Penitenciario de Alcalá de Guadaira. Las penas y las alegrías de las internas con las que he tenido contacto, oscilan desde la completa felicidad hasta el sufrimiento más desgarrador.
El primer día que traspasé la entrada de ese pequeño edificio, situado en medio del campo, lo hice con una sensación de miedo e incertidumbre, pero poco a poco me he ido acostumbrando.
En general, los talleres, junto con los programas de reinserción y autoayuda promueven las relaciones personales y hacen que el ambiente entre las reclusas se vuelva distendido, o por lo menos esa es la teoría. La media de edad está alrededor de los treinta y cinco, y al acabar de cumplir yo los treinta y tres, me he integrado con un grupo de ellas de una manera cómoda. Todo ha ido sobre ruedas y nunca me he sentido intranquila hasta hoy.
Esta tarde Lorena, una rumana que se hace llamar así porque su nombre de pila es impronunciable, me ha pedido que nos acercáramos a su celda. Las paredes están cubiertas de fotos infantiles de los hijos de Lola, su compañera, una colombiana a la que pillaron con una maleta cargadita de droga. Le han caído siete años y cuenta los días que le quedan para volver a su país y abrazar a sus chiquillos.
Lorena es muy introvertida y nunca me ha querido hablar del porqué de su condena, aunque yo sé por otras fuentes que le han impuesto doce años y un día por trata de mujeres. Por eso, cuando me ha dicho que me sentara, porque quería desahogarse conmigo, he aceptado de buena gana. Me ha contado que las mujeres que la denunciaron no vinieron engañadas a España.
—Yo ya vivía aquí, tenía papeles y mi Pedro me convenció para que volviera a mi país y contactara con las putas más guapas del barrio chino. Les ofrecimos  el mismo trabajo  que hacían allí y ellas estuvieron de acuerdo.
Después de quince minutos he notado que muchos detalles se los estaba inventando sobre la marcha y eso me ha puesto en guardia. En dos ocasiones una funcionaria ha pasado por delante de la puerta, yo podía haber aprovechado para salir de allí, pero Lorena me tenía agarrada del brazo y no dejaba que me fuera. No me interesa ponerla en mi contra y por eso he aguantado las mentiras que me contaba de una manera estoica. Durante un rato he temido que se estuviera cociendo una revuelta y me quisieran como rehén ya que sabían que aunque me llevaba bien con la mayoría de ellas, no las apoyaría. Mi  desazón principal ha sido que me voy a casar dentro de dos días y no quiero que nada estropease mi gran día.
Después de treinta minutos, la funcionaria ha entrado en la celda acompañada por Marcela, la directora de la prisión.
—Lorena, baja al patio. Hay alguien que te busca —le dijeron.
Antes de irse y quedarme a solas con la directora, las tres mujeres se han mirado con una sonrisa cómplice. Marcela se ha sentado a mi lado y me ha dicho:
—Espera, quisiera preguntarte un par de cosas, serán cinco minutos.
Las preguntas se han basado en mi relación con las reclusas y antes de salir de la celda me ha agradecido el trato que yo les dispensaba.
Nos hemos encaminado hacia el patio y mi sorpresa ha sido descomunal. Me he encontrado con que la gran mayoría de las internas estaban allí reunidas. En medio  habían preparado un escenario con un tocadiscos y toda la explanada estaba llena de guirnaldas y de flores de papel hechas por ellas mismas. En una pancarta a modo de recibimiento se lee:
 “Fiesta de despedida de soltera para la mejor trabajadora social del mundo”

viernes, 30 de mayo de 2014

MICRORRELATO - EL BRINDIS

Netwriters Gigantes - Tema: Sombras - 28/05/2014
Brindo por María, la niña que se crió a la sombra de sus padres, por la adolescente que maduró a la sombra de la Iglesia, por la joven que soñó con amar y ser amada.
Brindo por una mujer que sin ser madre acogió bajo su sombra a todos los alumnos que pasaron por  sus clases, por la que sin ser abuela logró que las sombras no nublaran nuestro entendimiento.
Brindo por la octogenaria que hoy ha conseguido hacer posibles sus deseos.

Brindo por la novia.

RELATO BREVE - SITUACIÓN LÍMITE

Medalla de bronce en Netwriters Tintero - Tema: Volcanes - 28/05/2014
En la sala de Vigilancia y Alerta Volcánica solo queda el retén de guardia. Silvia entra en el despacho contiguo al suyo para dejar su carta de dimisión. Mientras un taxi la traslada al aeropuerto, los acontecimientos de los tres últimos días se agolpan en su mente.
        
—¡Acércate y mira esto! Espero que sea un fallo en el sistema informático, si no es así, lo que hemos temido durante años podría suceder en pocas horas.
Silvia, después de comprobar que el programa funcionaba de una manera correcta, se encaminó a su despacho para hacer una llamada.
—Pedro, es primordial que vengas. Deja lo que estés haciendo. Se puede producir un terremoto de gran magnitud que hará que el volcán erupcione.
Vivía con Pedro desde hacía tres años, pero en esos momentos su relación era estrictamente profesional.
—Estoy reunido en el Cabildo, cuando terminemos me paso.
—Te repito que es muy urgente. Ya que estás ahí, habla con Martín. Habría que avisar a Protección Civil.
—Y yo te he dicho que iré tan pronto como pueda y por favor, que no haya filtraciones.
Durante las tres horas que pasaron hasta que Pedro apareció, Silvia no dejó de mirar las pantallas, que seguían marcando una alta actividad sísmica. Gema la presionaba para que activara el nivel rojo, pero ella debía esperar la autorización de Pedro, como jefe de la Estación Geoquímica.
—¿Qué probabilidad tenemos en este momento? —preguntó Pedro desde detrás de su mesa.
—Un cincuenta por ciento —contestó Silvia.
—Entonces, ten calma. Lo he comentado con el presidente y sus instrucciones son precisas, debemos esperar hasta el último minuto. La evacuación debe ser lo último. ¿Sabes lo que significaría para el turismo de la isla? Miles de reservas se anularían.
—Claro y eso a Martín le vendría fatal. Los hoteles de su familia se resentirían, ¿no es así?
—Por favor, Silvia, parece mentira que no sepas cómo se mueve esta gente.
—Lo sé,  pero y tú, ¿estás de acuerdo?
—Tengo las manos atadas. Si muevo ficha sin la autorización de Martín…
—¿Qué pasaría?
—Estoy negociando con él algo muy importante. No te puedo decir qué es, pero confía en mí.
—No a costa de poner en peligro a la población ante una inminente erupción del volcán. Por favor, Pedro, ¡reacciona! Tú no eres así.
—Cariño, está en juego en nuestro futuro.
—Lo siento, pero creo que ya no tenemos futuro.
—Te exijo que sigas mis instrucciones. Vamos a tener controlados los parámetros y esperaremos a ver qué pasa. —La orden de Pedro no daba lugar a dudas.
—Será lo último que me exijas.
Silvia volvió a la sala de control.
—Se han producido cuatro sismos mientras hablabas con Pedro. De momento son de magnitud entre 1,5 y 2,0 con epicentro en el interior de la isla —dijo Gema nerviosa.
Fue una noche larga. Cuando por la mañana llegó el relevo, ellas no se movieron de sus puestos. La situación era cada vez más crítica. Silvia hizo varias llamadas a Pedro, pero la respuesta fue la misma que el día anterior.
A las dos de la tarde se produjo un movimiento de seis grados de magnitud en la escala Richter, acompañado de escapes de gas que duplicaban la media habitual. Silvia no esperó más tiempo.
—Soy Silvia Ruiz de la Estación Geoquímica. Tenemos alerta roja en la dorsal noroeste. Evacúen a la población.
A partir de ese momento el frenesí se desató en la isla. Los sismos de alta magnitud se sucedieron y el volcán comenzó a escupir fluidos de lava, que por suerte no alcanzaron a los pueblos aledaños. Dos días después todo volvió a la calma.
                        
Silvia compra el periódico mientras espera el vuelo. En la primera página aparece una foto de Martín Álvarez, junto a Pedro Vilanova. El artículo reza: “El presidente del Cabildo ha confirmado que la alerta roja está desactivada y ha asegurado que la población en ningún momento estuvo en peligro, gracias a la celeridad en el seguimiento de los protocolos por parte del jefe de la Estación Geoquímica. También ha aprovechado para anunciar que el señor Pedro Villanova figurará como número dos de su partido en las próximas elecciones”.

viernes, 23 de mayo de 2014

MICRORRELATO - LA SOMBRA

Netwriters Gigantes - Tema: Calor - 21/05/2014


La puerta principal se había cerrado dejándole fuera. Rodeó la casa hasta la salida que daba al tendedero, pero tampoco estaba abierta. Tendría que esperar a Conchita que llegaría de un momento a otro.
Menos mal que en el jardín había una fuente que le permitiría aliviar el calor, porque aunque era febrero, esa tarde las temperaturas habían subido de forma exagerada y encima con el pelo tan largo…, lo acusaba todavía más. Sin otra cosa que poder hacer, buscó una sombra bajo la cual guarecerse. Se tumbó en el sofá del porche cubierto y esperó.
                                                                                           
Ya lo dice el refrán: “En febrero busca la sombra el perro”.

RELATO BREVE - EL APAGÓN

Medalla de plata en Netwriters Tintero - Tema: Oscuridad - 21/05/2014

Que sensación tan extraña es la de oír voces, notar que alguien te coge la mano, saber que hay gente a tu alrededor,  y ser incapaz de abrir los ojos. Lo único que podía recordar, de ese lapso de tiempo que permanecí entre el letargo y la consciencia, era la más absoluta oscuridad.
            
Todo había empezado hacía una hora. La puñetera luna se escondió tras las nubes para aliarse con un fallo en la central eléctrica de mi barrio, sumiendo a la población en la negrura y a mí en el desasosiego más absoluto. Por suerte, el apagón me sorprendió a las ocho de la tarde cuando estaba aparcando el coche cerca de mi urbanización.

Gracias a las luces de los vehículos pude encaminarme hacia el portal y, una vez allí, utilicé la luz del móvil para llegar hasta las escaleras. El estar en forma no me libraría del cansancio que me iba a suponer subir los ocho pisos que había hasta la vivienda. Fuí contando los tramos, dos por planta, ya que los rótulos que habían quitado para pintar las paredes, y aún no los habían vuelto a colocar. Al llegar al décimo, el miedo que tenía a la penumbra desde que era pequeña, estaba empezando a invadirme, hice una parada muy corta, lo justo para recuperar el aliento.  Empecé a oír rumores ininteligibles, no sabía si surgían de mi mente o de la casa de algún vecino. Marqué el teléfono de mi  novio por tercera vez en un minuto pero las líneas continuaban colapsadas. Ya había recorrido más de la mitad del trayecto e insegura, seguí con el ascenso. Cuando alcancé el decimocuarto tramo no pude más y me senté a descansar. Volví a escuchar los cuchicheos, esta vez más cercanos, y comprobé que no era mi cabeza sino un par de inquilinos que, provistos de velas, charlaban en el descansillo.

Más tranquila subí los dos últimos tramos y alcancé la meta. Por fin estaría a salvo de mis aprensiones, pondría velas por toda la casa y encendería una radio que funciona a pilas.  Al ir a meter la llave en la cerradura noté que la puerta se abría. Era absurdo, estaba segura de que cuando salí puse la alarma y cerré con llave. Con lo maniática que soy, la seguridad es una rutina en mí tan normal como el lavarme los dientes después de las comidas. No sabía que hacer. Agudicé el oído y percibir susurros en alguna de las habitaciones del fondo. Pensé que lo más seguro sería salir corriendo escaleras abajo, pero me daba más miedo la oscuridad que la presencia de ladrones en mi casa. A falta de otro arma, apreté el móvil con la mano derecha y me acerqué despacio por el pasillo, concentrándome en cualquier sonido que pudiera llamarme la atención. Para mi sorpresa, escuché jadeos provenientes de mi alcoba.

Me había trasladado a casa de mi novio hacía un par de meses y estábamos viviendo una permanente luna de miel. No podía ser posible que Gerardo me estuviese engañando con otra pero… ¿quién más podría estar en nuestra cama? La rabia y la ira me produjeron tal estado anímico que los oídos estuvieron a punto de estallarme. Antes de llegar a la puerta del dormitorio, tropecé con algo y me caí al suelo. La pareja que había en la habitación debió escuchar el ruido porque de pronto se hizo el silencio. Me levanté, enfoqué hacia la cabecera de la cama con el móvil y no recuerdo nada más.

He despertado en una cama que no es la mía y Gerardo está sentado a mi lado agarrándome la mano. Como la luz ha vuelto puedo ver que con él  hay una pareja.

— Perdóname —dice el joven acercándose a mi con un vaso de agua y dos píldoras—. Cuando entraste en nuestra habitación pensé que eras un ladrón y te golpeé con la lámpara de la mesilla, era lo primero que encontré. No te inquietes, el chichón no será muy grande, te hemos puesto hielo. Soy médico y he comprobado que no tienes ninguna lesión. El dolor de cabeza se te pasará con estos analgésicos.
                  
—Cariño, te equivocaste —añade Gerardo—. Debiste de subir la escalera contando los tramos pero no tuviste en cuenta la entreplanta. Este es el séptimo piso, no el octavo. Por desgracia la cerradura de la casa de estos vecinos está estropeada y el resbalón no debió de encajar bien cuando entraron. Pero no te preocupes, lo arreglarán hoy mismo para que no te vuelvas a colar en su casa.

martes, 20 de mayo de 2014

MICRORRELATO - EMBARAZO COMPLICADO

Microrelato seleccionado para aparecer en el libro del Concurso “La primavera… la sangre altera” de Diversidad Literaria


El embarazo fue complicado. Hubo que obligarla a guardar reposo por las continuas pérdidas de sangre. María estuvo pendiente de ella todo el tiempo, preparándole las comidas que le gustaban y atendiéndola día y noche. Una mañana de primavera del 2005, Noa se puso de parto y el resultado fue: cuatro cachorritos sanos que hicieron las delicias de toda la familia.

domingo, 18 de mayo de 2014

MICRORRELATO - REBELIÓN POR HAMBRE


Netwriters Gigantes - Tema: Rebelión -14/05/2014

—¡Cuidado, esconderos! No pueden vernos o la operación fracasará.

La rebelión había comenzado, el frío podía aguantarse, pero el hambre era insoportable y sobre la mesa les esperaba un verdadero festín.

—La avanzadilla que distraiga a la mujer, ya sabéis lo que tenéis que hacer. Mientras tanto,  todas las demás prepararos para  lanzar el ataque.

Poco después, Estrellita, la cocinera de toda la vida, corría enfadada de un lado a otro. Como armas llevaba un trapo en cada mano y con ellos intentaba espantar a aquellas malditas moscas. Desde que había empezado la primavera las muy impertinentes aparecían todos los días  después de que ella partiera el pan para el desayuno de los señores.

RELATO BREVE - EL RELOJ DE MISA

Netwriters Tintero - Tema: Reloj  - 14/05/2014

               
Después de los rezos de vísperas, los monjes negros, con las manos bajo los escapularios y las capuchas echadas para resguardarse del frío, se encaminaron en fila hacia sus celdas, El suave roce de los hábitos en el suelo quebraba el monótono silencio en el que estaba sumido el atrio.
Ya en la celda, Bartolo se quitó el hábito y antes de dejarlo en el banco, a los pies de la cama, lo limpió con la manta de lana que utilizaba para taparse. Se acostó y pensó en la conversación que había oído esa misma mañana entre el abad y Don Ernesto, el cura de la iglesia del pueblo que tanto le apoyó para que ingresara en el monasterio cuando siendo niño sintió la vocación religiosa. Había intentado retirarse de detrás de la puerta, pero su curiosidad pudo más que su propósito, y escuchó:
—Parece ser que los gobernantes quieren poner un reloj mecánico en la iglesia, del estilo del que han colocado en la Catedral de Valencia —dijo el abad con el tono seco que utilizaba cuando se dirigía a sus inferiores.
—Algo he oído. Por lo que sé los comerciantes están interesados en saber los periodos de tiempo empleados por un artesano para elaborar sus productos. Creen que el tiempo tiene un precio y quieren medirlo sin esperar a que suenen las campanas. Les gustaría tener algo más preciso que el reloj de sol que tenemos en la torre meridional —añadió el cura con una sonrisa amable.
—Y a usted ¿qué le parece? —Insistió el abad.
—Pues creo que está bien. La sociedad está evolucionando y cada vez hay más industrias que hacen más fácil la vida del pueblo.
—Si eso es lo que piensa, no tenemos nada más de que hablar. Puede retirarse.
—Pero señor, me ha pedido mi opinión. Usted sabe más que yo y le ruego que me ilumine.
El abad meditó por la estancia. El paso estaba dado y sabía que podría contar con el cura para sus propósitos.
—Está bien, Don Ernesto, siéntese y jure por Dios que nadie sabrá lo que le voy a pedir.
—Lo juro.
—Bien, escuche. La burguesía está intentando controlar el tiempo y, como bien sabe usted, este pertenece a Dios.  Como sus representantes en la tierra somos los únicos que debemos distribuirlo. Intentan modificar el ritmo de las horas y nuestro San Benito de Nursia nos enseñó que se debe dividir en horas canónicas: maitines, laudes, prima, tercia, sexta, nona, vísperas y completas.  Por eso la vida debe seguir moviéndose con las campanadas de la iglesia. Estamos en el siglo catorce, ¿qué será de nuestra civilización en el quince si consentimos semejante atropello? Si  consiguen salirse con la suya se impondrá un nuevo género de vida dentro de la sociedad y seguro que perderíamos feligreses. Los relojes de misa han sido los que han marcado las horas y así debe seguir siendo.
A Bartolo le dolía la oreja de tan pegada que la tenía a la puerta, pero no quería quedarse sin el final de la historia. No entendía de relojes, ni de burguesía pero sabía que dentro del despacho del abad se fraguaba algo serio. Allí dentro estaban dos de los hombres más importantes de su vida.
—Don Ernesto, tiene usted que usar su autoridad durante sus sermones para que el pueblo no acepte la imposición de los gobernantes y cuando confiese a estos últimos, amenázales con la excomunión si persisten con la idea.
Bartolo recordaba como D. Ernesto salió cabizbajo del despacho del abad y al pasar por su lado le dijo.
—Hijo, recuerda que aunque tu conciencia te dicte otra cosa, la obediencia es algo que nos viene exigido por Dios.

El monje comenzó a dar vueltas en su camastro. Estaba inquieto por la conversación que había oído y por las palabras que le había dirigido su benefactor. Se durmió sin  poder decidir si era más importante que el pueblo tuviera una vida más fácil como había dicho D. Ernesto o que la Iglesia continuara con su supremacía como había manifestado el abad.