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Gigantes Tema: Cuestión de Fe - 25/06/2014
Anuba mecía a la pequeña. Un sarpullido rosáceo cubría todo su cuerpo. Al
amanecer la dejó en la choza del chamán convencida de que él sabría cómo
ayudarla. Berisqué no la defraudaría.
La fe de su pueblo en él era primordial para el funcionamiento del orden
preestablecido. Si no conseguía sanarla, diría que los dioses les habían
enviado un castigo.
Como Elinéa no paraba de berrear, la bruja de la aldea pidió permiso al
hechicero para examinarla. Sacó de su bolsa unas hierbas, y con un emplaste le
frotó el cuerpecito. Él, mientras tanto, continuaba con sus cánticos.
—Berisqué, esta niñita se estaba muriendo y la has salvado. ¿Ves como no
llora? Eres el perfecto chamán.
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