Hace cuatro meses me mudé
a un lujoso chalet de Beverly Hills. La dueña es una célebre actriz que destila
dinero por todos sus poros. Desde que llegué a su vida, la mía ha sido fácil;
me dedico a demostrarle que la quiero y a dejar que me proporcione todos los
caprichos. A las reuniones que organiza
acuden personajes famosos: actores, políticos, deportistas… Le refieren secretos que, si se hicieran
públicos, podrían desmontar hasta los gobiernos más estables. Cuando estamos a
solas, ella me los cuenta porque sabe que conmigo estarán a salvo.
Yo también tengo un
secreto y, tal como me trata, estoy convencido de que ni siquiera lo intuye. No
le vayáis a contar que soy un chiguagua.
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