P caminaba ufano siempre un paso por delante
de M. Pasearon juntos durante mucho
tiempo hasta que un día la vio acompañando a B. Al principio no le dio importancia, sin
embargo poco a poco un sentimiento de angustia le fue embargando.
Cuando estaba con M trataba de que ésta no
notara su malestar, pero viendo que
seguía con B no consiguió evitar una confrontación y le preguntó a gritos.
—¿Por qué tienes que acompañar a B?
—Son las normas y no me las puedo saltar.
—Pues que vaya tu hermana N con él. Al fin y
al cabo os parecéis mucho.
—Lo siento P. Lo dice una norma de ortografía
y ni por ti ni por nadie osaré desobedecerla.
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