Deborah
no es tan hosca ni tan seria como aparenta. En estos momentos escudriña la
cabeza de su hijo mayor mientras que no pierde de vista a su bebé.

Deborah,
que observa la escena, coge un tomate del suelo y lo lanza con tal puntería,
que impacta en la camisa de la mujer.
El niño
se ríe y la madre, cogiéndole de la mano, le aleja de la zona de los gorilas.
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