sábado, 17 de octubre de 2015

RELATO BREVE - EL TESTAMENTO DE CARLOS


Una puerta oscura, con la mirilla de latón gastada por años de bruñido, dio la bienvenida a Matilde en un frío día de febrero. Un muchacho le franqueó la entrada.

—Buenos días señora Aguirre. Su marido tiene una visita. En cuanto se quede libre la aviso.

La condujo hasta una sala que en esos momentos se encontraba vacía. Matilde se quitó los guantes y se frotó las manos para desentumecerlas.

«¡Qué recuerdos me trae este lugar! Aquí conocí a Carlos y a Enrique siendo una adolescente. Hace ya treinta años que dejé de trabajar entre estas paredes, sin embargo, todo parece estar igual que entonces».

Pasados unos minutos el pasante regresó y la acompañó hasta el despacho de Enrique Aguirre. Matilde se acercó a él para saludarle y después se aproximó a la chimenea buscando entrar en calor.

—Hola, querida. ¿Al final Silvia no ha podido venir?

—La llamé, pero tenía un viaje de negocios que no podía posponer. ¿Y Aurora? —preguntó Matilde.

—No creo que tarde.

Enrique se acercó a la mujer y la tomó de las manos.

—Matilde, mantente tranquila. No tendrás dudas, ¿verdad?

—No. Pienso igual que cuando lo planeamos hace dos años.

El ruido de la puerta al abrirse rompió el momento en que ambos anclaban sus miradas en uno de los volúmenes del Aranzadi. El pasante les avisó que Aurora García y su abogado habían llegado.

Cuando el notario abrió el sobre que contenía el testamento del finado, las tres personas le observaban sin pestañear.

Después de los preliminares, les informó que Carlos Redondo de la Fragua había dejado a su actual pareja, Aurora García Tizón, el libro de poemas que ella le regaló en su primer aniversario. A Matilde Sánchez Fernández la colección de vinilos que compraron en su viaje de novios a Londres. El resto de sus bienes pasarían a su hija Silvia Redondo Sánchez.

Aurora, una mujer de poco más de treinta años, se levantó del asiento con tal ímpetu que la silla cayó al suelo. Su abogado la sujetó del brazo y le rogó que se calmara; ya estudiarían la manera de impugnar el testamento. Ella, precedida del joven letrado, salió de la sala dando un fuerte portazo.

Al quedarse solos, Enrique y Matilde sonrieron y poco después la mujer abandonó la notaría. Enrique alcanzó el volumen del Aranzadi y sacó de él un sobre. Mientras lo abría se acercó a la chimenea. Contenía el primer testamento de Carlos en el que nombraba única heredera a su actual pareja.

Mientras los papeles se consumían entre las llamas, Enrique recordó que cuando llamó a Matilde para comunicarle que Carlos había testado, ella no le preguntó por su contenido; sabía que no se lo diría.

Siempre había estado enamorado de Matilde y, tiempo después de que Carlos la dejara, habían comenzado a salir. Aunque en varias ocasiones le había pedido que hicieran público su noviazgo e incluso que se casaran, ella no había dado su consentimiento; su moral no se lo permitía.

Cuando a Carlos le informaron que le quedaba poco tiempo de vida, él ya sabía de la relación de su amigo y su ex mujer y también que ella no se volvería a casar mientras él viviera. Quería lo mejor para Matilde y sabía que Enrique la haría feliz. Por eso ideo un plan, un chantaje para conseguir unirla con su antiguo socio y amigo de la infancia. Enrique debería hacer creer a Matilde que el testamento favorecía a su nueva pareja, dejando sin herencia a su hija y, por si era necesario enseñárselo, compusieron uno. Conocía bien a su ex y sabía que ella haría todo lo posible para que Silvia no se quedara sin nada. Enrique debía convencerla de que él podría variar las últimas voluntades siempre y cuando le diera el “Sí Quiero”. La mujer aceptó de buen grado, juntos guardaron el sobre que contenía el testamento original dentro de un volumen del Aranzadi y redactaron uno nuevo. Matilde pensó que habían falsificado la firma de su ex, pero Carlos lo firmó de su puño y letra para que no hubiera problemas en el futuro; no quería que su última pareja obtuviera ningún beneficio al estar seguro de que su relación con él era sólo por interés.

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