sábado, 17 de octubre de 2015

RELATO BREVE - TRES FUTUROS Y UN LIBRO


Corría el año 1931 y a los padres de Begoñita poco les importaba que el rey Alfonso XIII se hubiera exiliado, que Alcalá Zamora dirigiera el gobierno provisional y que dos mujeres hubieran sido elegidas diputadas. Les traía sin cuidado el republicanismo conservador, la guerra del Rif y la reforma agraria.  Su único interés versaba en que las vacas dieran buena leche, que las gallinas pusieran huevos y que los cerdos se criaran gordos para abastecer la despensa después de la matanza. Entre este ambiente rural y la escuela como lugar de asueto, se crió la niña y conoció la vida que le esperaba.

Al llegar a la juventud se echó de novio a un muchacho del pueblo vecino. Aunque la joven había oído que sus galanterías no iban sólo en su dirección, prefería no hacer caso a los rumores y seguir haciendo planes de futuro junto a  él.

Uno de tantos días, cuando bajó a lavar, vio un libro que asomaba entre unas piedras. Dejó de lado su obligación y se dedicó a hojearlo. Al llegar unas paisanas con los cántaros en busca de agua, lo guardó en un bolsillo del mandil para leerlo en cuanto tuviera ocasión. El momento llegó antes de lo esperado; ese día el hermano que debía llevar las vacas a pastar tuvo fiebre y ella ocupó su lugar. Una vez en el prado, se sentó y comenzó la lectura.

Hablaba de una joven que se llamaba como ella y que había nacido en un pueblo como el suyo. La protagonista había sufrido el maltrato de su marido, pero, por fortuna, él la había abandonado. Para evitar ser la comidilla de todos, se trasladó a Madrid donde conoció a un importante ministro. El hombre la introdujo en sus círculos sociales y, poco a poco, la influencia de la mujer se dejó ver en sus decisiones políticas. La historia tenía un final feliz porque la pareja, aún sin pasar por la vicaría, vivió feliz el resto para siempre.

Begoñita vio en la narración una señal, un aviso de lo que podría llegar a ser su vida futura si se casaba con un novio casquivano y volvió a su casa dispuesta a cambiar su destino. Para ello encontró la solución en la figura de un joven de la capital que había conocido durante las fiestas. El flechazo había sido instantáneo y prometieron escribirse. La joven a base de papel y pluma dio forma a una relación que terminó los dos años más tarde en el altar.

Después de la boda, mientras preparaba la maleta para el viaje, encontró en el armario el libro que tanto la había impresionado. Acarició su portada y le agradeció haberla abierto los ojos y alejado de un futuro que nada tenía que ver con sus ensueños.

Su felicidad fue efímera. Por problemas en el parto, la joven murió sin saber que había tenido una niña a la que le pusieron su mismo nombre. Manuel al no poder cuidarla, la llevó con sus abuelos maternos y así fue como la niña fue criada en el mismo ambiente que su madre, aunque con más comodidades.

Durante el año 1971, con una nieta de dieciocho años, los abuelos seguían más interesados en sus animales y en su huerta que en lo que sucedía en España, pero Begoña, que pasaba temporadas con su padre, se había enterado, entre otras muchas noticias, de que había un príncipe Juan Carlos, que los Estados Unidos luchaban contra Vietnam y que se había fundado la Asociación de Mujeres Empresarias. Un día encontró el libro y lo que leyó la dejó impresionada. Lo volvió a dejar en su sitio y tomó una decisión: su futuro estaba escrito en aquella historia. Se trasladó a Madrid y estudió Derecho para meterse en política. Tres años más tarde se casó con un compañero de clase y sus aspiraciones se enfocaron en una sola dirección: cuidar de su pequeña Bego.

En el año 2011, Bego acudió al pueblo de sus bisabuelos para vaciar la casa y ponerla a la venta. En un armario encontró un libro titulado Su Futuro. A medida que pasaba las páginas, revivió su pasado ya que ella había sufrido maltrato. En cuanto a su futuro, ella misma lo había escrito. Se dedicaba a la política y su carrera no podía ser más brillante.

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