viernes, 23 de mayo de 2014

RELATO BREVE - EL APAGÓN

Medalla de plata en Netwriters Tintero - Tema: Oscuridad - 21/05/2014

Que sensación tan extraña es la de oír voces, notar que alguien te coge la mano, saber que hay gente a tu alrededor,  y ser incapaz de abrir los ojos. Lo único que podía recordar, de ese lapso de tiempo que permanecí entre el letargo y la consciencia, era la más absoluta oscuridad.
            
Todo había empezado hacía una hora. La puñetera luna se escondió tras las nubes para aliarse con un fallo en la central eléctrica de mi barrio, sumiendo a la población en la negrura y a mí en el desasosiego más absoluto. Por suerte, el apagón me sorprendió a las ocho de la tarde cuando estaba aparcando el coche cerca de mi urbanización.

Gracias a las luces de los vehículos pude encaminarme hacia el portal y, una vez allí, utilicé la luz del móvil para llegar hasta las escaleras. El estar en forma no me libraría del cansancio que me iba a suponer subir los ocho pisos que había hasta la vivienda. Fuí contando los tramos, dos por planta, ya que los rótulos que habían quitado para pintar las paredes, y aún no los habían vuelto a colocar. Al llegar al décimo, el miedo que tenía a la penumbra desde que era pequeña, estaba empezando a invadirme, hice una parada muy corta, lo justo para recuperar el aliento.  Empecé a oír rumores ininteligibles, no sabía si surgían de mi mente o de la casa de algún vecino. Marqué el teléfono de mi  novio por tercera vez en un minuto pero las líneas continuaban colapsadas. Ya había recorrido más de la mitad del trayecto e insegura, seguí con el ascenso. Cuando alcancé el decimocuarto tramo no pude más y me senté a descansar. Volví a escuchar los cuchicheos, esta vez más cercanos, y comprobé que no era mi cabeza sino un par de inquilinos que, provistos de velas, charlaban en el descansillo.

Más tranquila subí los dos últimos tramos y alcancé la meta. Por fin estaría a salvo de mis aprensiones, pondría velas por toda la casa y encendería una radio que funciona a pilas.  Al ir a meter la llave en la cerradura noté que la puerta se abría. Era absurdo, estaba segura de que cuando salí puse la alarma y cerré con llave. Con lo maniática que soy, la seguridad es una rutina en mí tan normal como el lavarme los dientes después de las comidas. No sabía que hacer. Agudicé el oído y percibir susurros en alguna de las habitaciones del fondo. Pensé que lo más seguro sería salir corriendo escaleras abajo, pero me daba más miedo la oscuridad que la presencia de ladrones en mi casa. A falta de otro arma, apreté el móvil con la mano derecha y me acerqué despacio por el pasillo, concentrándome en cualquier sonido que pudiera llamarme la atención. Para mi sorpresa, escuché jadeos provenientes de mi alcoba.

Me había trasladado a casa de mi novio hacía un par de meses y estábamos viviendo una permanente luna de miel. No podía ser posible que Gerardo me estuviese engañando con otra pero… ¿quién más podría estar en nuestra cama? La rabia y la ira me produjeron tal estado anímico que los oídos estuvieron a punto de estallarme. Antes de llegar a la puerta del dormitorio, tropecé con algo y me caí al suelo. La pareja que había en la habitación debió escuchar el ruido porque de pronto se hizo el silencio. Me levanté, enfoqué hacia la cabecera de la cama con el móvil y no recuerdo nada más.

He despertado en una cama que no es la mía y Gerardo está sentado a mi lado agarrándome la mano. Como la luz ha vuelto puedo ver que con él  hay una pareja.

— Perdóname —dice el joven acercándose a mi con un vaso de agua y dos píldoras—. Cuando entraste en nuestra habitación pensé que eras un ladrón y te golpeé con la lámpara de la mesilla, era lo primero que encontré. No te inquietes, el chichón no será muy grande, te hemos puesto hielo. Soy médico y he comprobado que no tienes ninguna lesión. El dolor de cabeza se te pasará con estos analgésicos.
                  
—Cariño, te equivocaste —añade Gerardo—. Debiste de subir la escalera contando los tramos pero no tuviste en cuenta la entreplanta. Este es el séptimo piso, no el octavo. Por desgracia la cerradura de la casa de estos vecinos está estropeada y el resbalón no debió de encajar bien cuando entraron. Pero no te preocupes, lo arreglarán hoy mismo para que no te vuelvas a colar en su casa.

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